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Nada más llegar a Lamu Town, te darás cuenta de que esta isla tiene algo especial. Las calles son un laberinto estrecho donde los coches no existen y el único sonido de motor que escucharás es el de las motocicletas que se usan de vez en cuando. Aquí el transporte tradicional es el burro, y verás montones de ellos paseando por las calles o echándose una siesta bajo una sombra.
El casco antiguo de Lamu es un lugar fascinante para perderte sin rumbo. Lo mejor es caminar despacio, fijándote en cada detalle: las puertas talladas de las casas, los balcones de madera decorados y la arquitectura swahili que cuenta historias de tiempos pasados. No tengas prisa, porque aquí la vida se vive despacio. Te recomiendo que hagas una pausa en alguna tienda de artesanía local, donde encontrarás objetos únicos hechos por los artesanos de la isla, o que te sientes a tomar un chai swahili en una de las pequeñas cafeterías. El aroma de las especias y el ritmo relajado de la isla harán que te enamores de este lugar.
Shela es un pequeño paraíso en Lamu y sin duda uno de las visitas principales que hacer en Lamu, un pueblo costero lleno de tranquilidad y belleza. La playa de Shela es extensa y de arena blanca, perfecta para tumbarte al sol, darte un baño en el mar o simplemente caminar a lo largo de la orilla. Es uno de esos lugares donde te sientes completamente desconectado del mundo, con solo el sonido de las olas y el viento como compañía.
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La mejor manera de llegar a Shela desde Lamu Town es a pie, caminando por la playa durante unos 40 minutos. Es un paseo precioso, con vistas del océano y un ambiente relajado. Si prefieres no caminar, también puedes tomar un barco, que cuesta alrededor de 200 chelines (poco más de 1 euro). Pasear por las calles de Shela es una delicia: las casas son elegantes y las puertas de madera tallada cuentan historias de otra época. Termina tu día con un zumo de mango natural en uno de los pequeños cafés. ¡Pura vida!
Para tener unas vistas espectaculares de Lamu y sus alrededores, sube a las Dunas de Shela. Estas enormes colinas de arena son el lugar perfecto para disfrutar de un amanecer o atardecer mágico. El esfuerzo de subirlas se ve recompensado con creces cuando llegas a la cima y ves el océano extendiéndose hasta donde alcanza la vista, mientras el viento refresca el calor del día.
Lleva contigo una botella de agua y protección solar, porque el calor aquí puede ser fuerte incluso temprano por la mañana. La subida no es muy exigente y vale la pena por las vistas y la sensación de estar en un lugar único. Además, si eres de los que disfruta de la meditación o simplemente quieres un rato de tranquilidad, este es un sitio ideal para relajarte y conectar con la naturaleza.
La Fortaleza de Lamu, o Lamu Fort, es uno de los edificios más emblemáticos de la isla. Construida en el siglo XIX, fue utilizada como bastión defensivo y luego como prisión. Hoy, este edificio histórico es un lugar fascinante para explorar, y la azotea ofrece unas vistas increíbles de la ciudad y del océano. Si eres aficionado a la fotografía, este es un sitio fantástico para capturar imágenes de la vida cotidiana desde arriba, con las calles serpenteantes y los tejados de Lamu Town como telón de fondo.
La entrada cuesta unos 200 chelines (alrededor de 1,50 euros), y te sugiero que la visites por la tarde. A esa hora, la brisa que sopla desde el océano hace que el calor sea más soportable, y la luz del sol da un toque mágico a las fotos. No olvides tu cámara y, si puedes, tómate un momento para simplemente sentarte y disfrutar de las vistas.
Un paseo en dhow es una de las experiencias más inolvidables que hacer en Lamu. Estos barcos tradicionales de vela te llevan a recorrer la costa mientras el sol se esconde en el horizonte y el cielo se tiñe de tonos anaranjados y rosados. Puedes organizar el paseo con tu alojamiento o negociar directamente con los capitanes en el puerto. Los precios rondan entre 3.000 y 3.500 chelines (20-25 euros) por persona, y el viaje suele durar unas dos horas.
Si quieres contratarlo sin complicaciones te dejo por aquí un link: Crucero privado por Lamu al atardecer
Mi consejo es que lleves algo de picar y una bebida para disfrutar durante el trayecto. La sensación de navegar con la brisa marina y los colores del atardecer es algo que recordarás para siempre. Es un plan perfecto para terminar el día con buen pie, relajado y con una sonrisa de oreja a oreja.
Si quieres cambiar de escenario, una excursión a la Isla de Manda es una gran idea. Está muy cerca de Lamu, y puedes llegar en barco en cuestión de minutos por unos 200-300 chelines (1-2 euros). En Manda, no te puedes perder las ruinas de Takwa, un antiguo asentamiento swahili del siglo XV que te transporta a otra época. Es un lugar lleno de historia, rodeado de manglares y con un aire misterioso.
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Después de explorar las ruinas, puedes relajarte en las playas de Manda, que son ideales para un día tranquilo. Hay varios restaurantes donde puedes probar pescado fresco y disfrutar de la brisa del océano. Manda es el lugar perfecto para combinar historia, naturaleza y un toque de aventura. Hay varios tours que ofrecen una combinación de visita a la isla con las ruinas de Takwa
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Para los amantes de los deportes acuáticos, Lamu es un lugar increíble para practicar kitesurf. Las condiciones de viento aquí son perfectas, especialmente durante los meses de diciembre a marzo, cuando las brisas del monzón se sienten con más fuerza. Puedes alquilar equipo o tomar clases en algunas de las escuelas de kitesurf de Shela. Es una actividad llena de adrenalina, y volar sobre las aguas cristalinas de Lamu mientras el viento te impulsa es una experiencia única.
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Incluso si nunca has hecho kitesurf antes, Lamu es un lugar perfecto para aprender. Los instructores son muy experimentados y te enseñarán desde cero, asegurándose de que te diviertas y estés seguro al mismo tiempo. ¿Te animas a probar?
Si quieres entender realmente la historia y la cultura de Lamu, el museo es una parada obligatoria. Se encuentra en un edificio impresionante de estilo swahili, y su colección incluye desde instrumentos musicales y joyas tradicionales, hasta modelos de antiguos barcos dhow. Es fascinante descubrir cómo Lamu fue un importante puerto comercial y cómo las influencias árabes, indias y africanas se entrelazan en su cultura.
La entrada al museo cuesta alrededor de 500 chelines (unos 3,50 euros), y el mejor momento para visitarlo es temprano por la mañana, cuando el calor todavía no es tan fuerte. Si te gusta profundizar en la historia, puedes contratar un guía local. Son expertos apasionados que conocen cada detalle de la isla y hacen que la visita cobre vida con sus relatos. Una parada ideal si quieres disfrutar de un rato más tranquilo y aprender sobre lo que hace a Lamu tan especial.
La cocina de Lamu es un festín para los sentidos, y es un pecado irse de la isla sin probar algunos de sus platos más típicos. La comida aquí es una mezcla de influencias árabes, indias y africanas, con sabores intensos y especias que te hacen agua la boca. Uno de mis platos favoritos es el biryani de pescado, lleno de sabor y acompañado de una salsa picante que te dejará con ganas de más.
También tienes que probar los samosas, que son perfectos para picar, y el kachumbari, una ensalada fresca con tomate, cebolla y un toque de lima. Para algo más dulce, los mahamri (unas rosquillas de coco) y el halwa (un postre de azúcar y cardamomo) son un auténtico placer. No tengas miedo de explorar los restaurantes locales o incluso comer en los puestos callejeros. ¡La comida en Lamu es una delicia!
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